Poco numerosa era la colectividad inglesa residente en San Rafael, y entre sus dignos exponentes se contaba don Víctor Wayne, nacido en Londres, a poca distancia del «Parliament», la colosal obra arquitectónica flanqueada por la imponente estatua de Ricardo Corazón de León y el Támesis.
Decían algunos que no era inglés, sino argentino hijo de irlandeses, pero una partida de nacimiento hallada en el provisoriamente dispuesto consultorio médico del doctor Schestakow, sito en la habitación de un hotel sanrafaelino, certificaba su origen británico y la vivienda que ocupaba en la capital de país. El documento confirmaba su llegada al mundo en 1860 y siendo apenas veinteañero, su arribo a la Argentina, presumiéndose que llegó al sur mendocino cuando promediaba 1887.
«Don Víctor» -tal como lo mencionaron de entrada- fue honorable y respetado vecino local, emparentado políticamente con Benito Villanueva.
Era el arquetipo de «gentleman», formador de una familia perteneciente a la incipiente sociedad del medio. Poseía un almacén que atendía personalmente, pero que en nada disminuía su calidad de gran señor, dueño, por otra parte de un fino y extraordinariamente original sentido del humor.
Se recuerda lo expresado por el ingeniero Estanislao Salas, durante una reunión social llevada a cabo en el recién fundado Club Social de San Rafael cuando finalizaba el año 1893, refiriéndose a la personalidad del «gran súbdito inglés Víctor Wayne»: «Es el hombre nacido en un jergón, igual al que vió la luz en cuna de oro», para finalizar su cálida improvisación con sus ojos puestos en la inconfundible y cordial sencillez que caracterizaba al hijo de Gran Bretaña.
«La igualdad, opuesta al falso orgullo del rico pero ignorante, es algo que debe prender en el alma de los bien nacidos», y sin dejar de observar a don Víctor, aquel hombre tan rotundamente opuesto al artificio, Salas remarcó: «Lo que he dicho, queridos amigos de San Rafael, se inspira y brota en la personalidad de este hombre de bien, quién «bondadosa y fraternalmente comparte esta reunión auténticamente sanrafaelina. Este San Rafael que estamos formando, y se honra de contarlo entre sus vecinos».
Su nombre quedó plasmado en uno de los cruces viales más peligroso de San Rafael, en el paraje Salto de las Rosas.
* Publicado en el suplemento «HISTORIAS, PERSONAJES Y LEYENDAS DE SAN RAFAEL», publicado por SEMANARIO DEPARTAMENTAL.