Manuel Cristóbal Tortosa fue un hombre extraordinario, maravilloso, inigualable.
Durante casi 40 años vivió privado de movilidad, en virtud a un accidente automovilístico que sufrió a metros de la rotonda de la Copa. Su parálisis apenas le permitía mover el brazo y mano derecha, sin embargo, nunca se le conoció una palabra de queja o lamentación.
Todo lo que salía de su boca eran bromas, chistes o palabras elogiosas hacia sus amigos y seres queridos; nunca críticas ni expresiones de odio.
El Mono o Monito, como le decíamos cariñosamente, falleció ayer a los 58 años, luego de 20 días de agonía en el Htal. Schestakow.
Seguramente, quienes no tuvieron trato con él, lo han visto en alguna oportunidad a bordo de su silla de ruedas eléctrica desplazarse por la ciudad, o frente a la mesa de un café céntrico, casi siempre luciendo alguno de sus sobreros tipo cowboy.
Si hay algo que nunca le faltó al Monito fue el amor incondicional de su mujer Silvia, que conoció ya siendo discapacitado motriz. Años y años de amor y cuidado por parte de su ahora viuda, una verdadera heroína.
Antes del accidente, el Mono Tortosa jugaba al rugby, por eso fue velado en cochería Decarre vistiendo una camiseta de Los Pumas.
Pero antes que se cerrara el cajón, para su posterior cremación, sus amigos le colocaron en el féretro una camiseta de Pedal y un juego de naipes, pues el tricolor y el poker eran sus grandes pasiones, junto al rugby.
¡Hasta siempre Monito, buen viaje!!!