Si bien no hay mediciones oficiales sobre el índice de desocupación en San Rafael, los números son por demás preocupantes, y mucho mayores al promedio nacional.
Con un turismo en baja, y una crisis que parece nunca terminar del sector agroindustrial, cada vez es menor el dinero que entra y circula en el departamento.
Parte de la culpa nace en las políticas del Estado Nacional y provincial, pero también el municipio es responsable de la falta de inversiones en Ciudad y distritos.
Hace años que la responsabilidad de los intendentes no es sólo el alumbrado, barrido y limpieza. Los mismos deben ocuparse de generar puestos de empleo, pero con capitales privados.
Salvo las gestiones que se hicieron para reactivar Carbometal, y que derivaron en una inversión de varios millones de dólares de la empresa rosarina Manferro, el Ejecutivo Municipal poco y nada hizo para atraer capitales.
Para colmo, la industria de El Nihuil tuvo que cerrar a los pocos meses de estar operando.
Ni siquiera el municipio fue capaz de darle un destino a la vieja terminal de ómnibus, que luce totalmente derruida, a apenas 200 metros del kilómetro cero.
Además, se espanta al turista ni bien llega a la nueva terminal, donde aún luce -en toda la longitud de la fachada- el nombre del ex presidente más corrupto de la historia argentina.
¿Quién en su sano juicio confiará parte de su fortuna para invertir en una Ciudad del interior del interior del país que le rinde homenaje a un delincuente?
En su último editorial de «Domingos de Furia», el periodista Alejandro Dell´Orbo habla sobre las inversiones que nunca se gestionaron para San Rafael en, al menos, los últimos 15 años.
Mucho asfalto y pocas ideas para generar riqueza.