Juan Carlos Bravo (32) declaró ante la jueza Lidia Cófano y admitió haber sido el conductor del Gol con que asaltaron a Roxana Toledo, y que le fue secuestrado el sábado en una vivienda de barrio Sosneado, donde se alojaba, y en la cual también fue detenido.
Contó que ayudó a perpetrar el robo a la empleada de panaderías Belén. Que fueron a esperar a la Mercedes Benz Sprinter en Tres Esquinas, pero que ante el fracaso volvieron hacia la Ciudad y sobrepasaron a las empleadas.
Ya en la esquina de Alberdi y Balcarce -siempre según el testimonio de Bravo- bajó a los hermanos y siguió su camino, y que recién supo sobre la suerte de la víctima hasta que esa noche habló con sus cómplices por teléfono, quienes le comunicaron la novedad.
Evidentemente su estrategia es que se lo juzgue como partícipe secundario del crimen, para no «comerse» una cadena perpetua.
Igualmente su testimonio es más que revelador, en cuanto a la suerte de los hermanos Guido y Marcos, a quienes directamente los responsabilizó del hecho.
Terminado el testimonio de Bravo, la jueza lo imputó y ordenó su prisión preventiva, por lo cual sería enviado a la cárcel, al igual que los Forconi.
Vale decir que los tres tienen sendos antecedentes penales, incluso condenas, y que hasta hace pocas semanas compartían pabellón en la penitenciaría local.