El peronista Alejandro Cazabán primero intentó ser gobernador, luego concejal y hace pocos días intendente. Pero está claro, la gente no quiere saber nada de él.
Siendo un joven abogado, logró en 1997 que el entonces gobernador, Arturo Lafalla, lo nombrara como Ministro de Justicia y Seguridad.
La labor del «chiqui» fue un fiasco. Literalmente destruyó la fuerza de seguridad, con una serie de medidas que los uniformados aún recuerdan con mucho resquemor, y ganó muy mala fama por su intervención en la causa del crimen de Sebastián Bordón.
Tras terminar su paupérrima gestión, al frente de uno de los ministerios más delicados, Cazabán estuvo 10 años fuera de la gestión pública, pero los sanrafaelinos se sorprendieron cuando al asumir Celso Jaque fue designado como Secretario General de la Gobernación, en 2009
Si, Celso Jaque, el mismo que todos recuerdan por sus promesas incumplidas de bajar el delito un 30% en seis meses. El mismo que dejó las arcas provinciales en llamas, y bendijo como su sucesor a alguien que casi lo iguala en cuanto su pésima gestión: Francisco Pérez.
Fue un secreto a voces que Cazabán decidía sobre el presupuesto de prensa y publicidad en la Casa de Gobierno, al punto que fue imputado por el delito de defraudación en la famosa causa del fotógrafo Gustavo Matar, que se hizo rico tras facturar decenas de millones de pesos en servicios con sobreprecios.
Con buena parte de los medios a su favor, el abogado penalista intentó tomar la posta de Jaque. Quiso ir a una interna, pero la bajada de línea de Casa Rosada fue que «el Paco» debía ser el candidato del kirchnerismo. A todo esto, ya había gastado varios pesos en publicidad, y hasta contrató un parapentista para que desplegara sobre el cielo un «trapo» con su nombre.
Frustrado su intento de ser gobernador, en 2013 quiso ser concejal. Se presentó una lista que encabezaba, en la interna del PJ, y compitió con la de Emir Félix. ¿El resultado? Perdió por paliza.
El año pasado volvió a ganar protagonismo por ser el defensor de Julieta Silva. El juicio le generó, además de percibir una importante sima de dinero por sus servicios, una cuota mayor de odio de la comunidad, pues buena parte de la población sigue sin creer en la hipótesis del accidente, por lo cual sindican al «Chiqui» como el abogado de una «asesina».
En 2019, por tercera vez, el ex ministro intentó lograr un cargo electivo, en este caso por la intendencia de San Rafael.
Si bien sabía a la perfección que era una utopía lograr su cometido, intentó al menos lograr el 3% para poder competir en las generales, pero el resultado terminó siendo catastrófico, pues obtuvo apenas 1990 votos, es decir el 1,85%. ¡Un verdadero papelón!
¿Será el fin de Cazabán en la política, o habrá otro peronista que lo llamará en un futuro para cubrir algún que otro cargo en el Estado?, porque claro está que votos no tracciona.