El 30 de mayo de 1929, en horas de la madrugada, se produce un fuerte terremoto, que luego se supo tuvo epicentro entre Las Malvinas y Villa Atuel.
Se registraron muchos daños en las propiedades, sobre todo en Las Malvinas, donde algunas viviendas se hundieron hasta un metro, pero principalmente en Villa Atuel, hacia donde no se podía viajar por tierra ya que se habían abierto profundas zanjas que impedían la circulación.
En este terrible flagelo hubo que lamentar la pérdida de 36 vidas en Las Malvinas y Villa Atuel.
En cada réplica la gente corría, se caía, se levantaba y volvía a caer, ya que la tierra se ondulaba.
* Publicado en el suplemento «Historias, Personajes y Leyendas de San Rafael», de SEMANARIO DEPARTAMENTAL