Hace años, cuando el desaparecido diario «Crítica» informaba con aquellos enormes titulares que en nuestra jerga periodística llamábamos «catástrofe», vivía en San Rafael un lírico que del altruismo y el afán por el bien ajeno hizo una norma de existencia, aunque no sabemos realmente si la ciudad lo valorizó en su justa medida.
Afiebrado por sembrar cultura, un lustro después de la fundación de la biblioteca Mariano Moreno, cuando despuntaba la década del veinte, Mauleón, al proyectarla hacia los cuatro puntos cardinales de la provincia y el país, logró lo necesario para ilustras al pueblo con bases de sensibilidad. Esa sensibilidad que tan fielmente identificaba su espíritu.
Quien haya palpado la vida interior de este filántropo literario, podrá decir al evocarlo: «Grato y melancólico es su recuerdo. Descuidó su talento y notable poder creador, olvidándose a sí mismo».
Verdadero es el juicio, aunque no podrán olvidarse sus «Brigadas líricas» sus «Búsquedas», su «Campana vegetal llamando», como así mismo la infinidad de notas, crónicas y artículos periodísticos esparcidos y aprovechados por quienes combándole forma expresaban lo mismo.
El alma del poeta, ajeno a lo que significara ventaja, se manifestaba tan solo hablando un instante con él. Tenía Mauleón absoluta conciencia de que los largos años empleados en transmitir a sus semejantes las manifestaciones del arte, le restaban tiempo para su innato sentido creador. Juzgaba que la vida era muy breve para volcar en ella sus inquietudes, y características tan propias como inconfundibles. Obligado es moralmente el sentimiento de gratitud del pueblo sanrafaelino a don Rafael.
¿Cuántos son los hombres de letras que organizan, proyectan, fundan entidades para cultivar el intelecto, facilitan la llegada de conferencistas etc?
¿Es o no un deber recordarlo a Mauleón?
Su hija Sandra, que fue directora de la biblioteca Mariano Moreno, casa de cultura a la que su padre le dio trascendencia a nivel local y nacional, realizó una semblanza a través de un prólogo en torno al libro de un industrial sanrafaelino pleno de inquietudes. En el salón de dicha biblioteca deben andar suspendidos, flotando, los ecos de aquel hombre que todo lo dio para modelar culturalmente a sus semejantes.
* Publicado en el Suplemento «Historias, Personajes y Leyendas de San Rafael», de SEMANARIO DEPARTAMENTAL.