POR MANUEL DE PAZ*: Hoy se cumplen siete meses desde la asunción de Alfredo Cornejo como gobernador, un político del que se podrán tener las más fuleras o las mejores opiniones, pero de quien es muy difícil decir que no está gobernando.
La diferencia de gestión respecto de su antecesor, Francisco Pérez, es, a esta altura, apabullante.
Cuando Pérez le entregó a Cornejo los atributos de mando en una ceremonia casi privada, para que no lo chiflaran, las finanzas provinciales ya habían empezado a estallar.
EL MENU
Los sueldos se pagaban con atraso, los proveedores no cobraban desde hace meses, se les debía coparticipación a los municipios, la obra pública estaba paralizada y había un creciente abandono de los servicios públicos.
Los principales hospitales, por caso, estaban de paro por la falta de pago a los contratados y la ausencia de insumos crecía hasta la alarma.
EL ACOMODADOR
En lugar de acomodar parte de ese desastre, el mayor empeño de Pérez estuvo destinado a nombrar a las apuradas a un ejército de amigos y militantes en la planta permanente del Estado.
En su esperpéntico final quiso enzoquetarnos a una legión de amigos para que los contribuyentes mendocinos les pagáramos altos sueldos de por vida.
En los últimos meses de la era Paco, hasta los propios intendentes del PJ lo punteaban a Pérez e iban directamente a llorar a la Casa Rosada en busca del vil metal para apagar los fuegos que se prendían por todos lados.
LAS LLAMAS
Suena increíble recordar que alguna vez se barajó el nombre de Francisco Pérez para ocupar un ministerio en una hipotética presidencia de Daniel Scioli.
Quiso la cordura política y social (y la voluntad popular) que esa idea se desvaneciera cuando todos los medios de información del país empezaron a informar sobre el incendio financiero de esta provincia.
Con la banda de gobernador recién puesta, Cornejo no demoró en acudir a la sinceridad: «Recibo una provincia quebrada», nos advirtió.
THE BEACH
A los pocos días de dejar el Sillón de San Martín, y mientras explotaban minas antipersonales en todo el ámbito político provincial, Francisco Pérez, que se había ido debiéndole a cada santo una vela, fue retratado con su familia en Miami disfrutando del sol, del aire marino, y de los malls de Rodeo Drive. Un bon vivant.
«No tiene cara», decían a viva voz sus propios compañeros de ruta del peronismo.
SI, SI, SEÑORA
A estos últimos habría que recordarles que Paco Pérez no fue elegido como candidato a gobernador por los afiliados del PJ provincial ni por ninguna autoridad mendocina de ese partido.
Su nombre fue digitado en la Casa Rosada por Cristina y bajado como orden al Barrio Cívico de Mendoza. ¿Por qué? Simple. Porque era garantía de sumisión.
Los K se espantaban ante la posibilidad de otro mendocino «díscolo» como Julio Cobos.
Los que en enero pasado lo acusaban de cara de piedra a Paco no tuvieron en su momento el coraje de decirle a Ella que el candidato a gobernador se debía elegir en Mendoza.
EL AJUSTADOR
Pese al descalabro heredado, Cornejo terminó de pagar el mes de noviembre de 2015, canceló el medio aguinaldo, liquidó también los haberes de diciembre en tiempo y forma, y lanzó un esquema de pago a los proveedores que se ha ido consolidando durante el año.
Es cierto que el gobierno de Macri apuntaló la búsqueda de soluciones, pero no puede desconocerse que el mayor empeño se puso desde aquí, no desde la Rosada.
Los cinco meses entre su triunfo electoral ante Pérez y su asunción formal en diciembre fueron usados por Cornejo para empezar a elaborar un entramado financiero de emergencia.
Y para tirar los lineamientos de lo que iba a ser «el ajuste» que tanto le criticaba la oposición kirchnerista y el gremialismo estatal.
DEL PERSONAL, SI SE HABLA
El nuevo gobernador venía de dos administraciones como intendente radical de Godoy Cruz, donde había logrado armar un equipo de políticos duchos en números y en servicios municipales.
En esos 8 años Godoy Cruz fue una de las escasas comunas que no aumentó el número de personal.
Y pese a no ser beneficiado con los fondos de Cristina, algo de lo que sí gozó el hoy finado pero habilidoso intendente radical de Capital Víctor Fayad, logró que Godoy Cruz luciera como un departamento ordenado y limpio en el cual por donde uno caminara encontraba obras en realización.
EL ACUSADO
El «ajuste neoliberal» que le achacan a este Cornejo gobernador no es otra cosa que cumplir la obligación de ponerle una lupa enorme a todas las reparticiones de la Administración Pública.
En la Policía, por ejemplo, han caído en desgracia desde comisarios hasta auxiliares por sucesos tan variados que van desde negociados incompatibles con la función hasta la venta o el alquiler de armas reglamentarias.
Antes, ningún comisario caía bajo la lupa de la Inspección General de Seguridad. Ahora, uno de los comisarios acusado es pariente de Cornejo.
INCORRECTO
En materia de Salud, Cornejo dio por terminado el sistema de directorios descentralizados en los hospitales públicos.
Instaurados en la década de los ’90 como una buena idea que venía a agilizar y mejorar la atención hospitalaria, terminó, por falta de control político, en algo burocrático, lleno de nombramientos de médicos y de personal que no era necesario.
En el área educativa se le puso coto a algo que ningún gobernador se animaba a plantear porque era políticamente incorrecto.
Nos referimos a los abusos que se venían cometiendo con las licencias por enfermedad.
Esto obligaba al Estado a tener un ejército de docentes suplentes, con lo cual se terminaba pagando el doble de lo que se debía invertir en personal docente.
LOS GAMBETAS
Ahora Cornejo quiere hacer lo mismo en otros ministerios y, sobre todo, en el área de la Justicia, donde también las licencias por enfermedad se están saliendo de caja favorecidas por cierta vista gorda.
Es realmente ridículo que gente que se dice progresista, y que lo primero que debería cuidar son los dineros del pueblo, siga creyendo que es de reaccionarios hacerle cumplir las leyes a aquellos empleados estatales que suelen gambetearle a la responsabilidad.
* Publicado en Diario Uno.