A las 23:00 del jueves 16 del corriente, el abogado Roberto Walter Espasandin (45) se encontraba junto a su esposa y un sobrino en el interior de su vivienda de calle El Toledano Norte al 200, cuando observó que por la ventana (que había dejado abierta para que se refresque la casa) ingresaron tres sujetos armados.
Con armas de fuego en mano, y maltrato mediante, arrasaron con LEDs, celulares, joyas y 2000 pesos en efectivo.
Pero dejemos que el propio Dr. Espasandín, que NO se dedica al fuero penal, cuente en primera persona su nefasta experiencia con la delincuencia:
NOCHE DE TERROR
«El jueves a las once de la noche fuimos atacados por tres sensaciones de inseguridad, tuve la sensación de que me golpearon por todos lados, me apuntaron con una 38 en la cabeza durante una hora y media, y con otra en los riñones; me amenazaron con quemarme la cara con una plancha; también tuve la sensación de que me repitieron infinitas veces que me iban a matar, si nos le decía dónde estaba una caja fuerte que no tengo y nunca tuve; que les diera una plata que nunca cobré. Imaginen la impotencia, la desazón, no saber qué hacer, qué decir, cómo actuar. Estas tres “sensaciones de inseguridad”
Maniataron a mi esposa y a mi sobrino; nos tuvieron a su merced durante una hora y media y luego se llevaron toda la plata que tenía, todos los anillos de mi esposa (incluso las alianzas de casados), tablets celulares y con tres leds enormes salieron por el portón eléctrico del frente, como panchos por su casa, pero nadie los vio porque -claro- sólo eran sensaciones de inseguridad.
Encapuchados y armados con pistolas que jamás había visto.
Se preguntarán dónde estaba la policía en ese momento, yo pregunté lo mismo: estaban a 1000 metros en un evento de Speedway. Luego veo en los diarios al Ministro de Seguridad (a quien conozco desde hace más de veinte años), una buena persona y buen abogado, pero sólo eso, y manifiesta que es un éxito lo implementado respecto a la seguridad de los eventos, pues hay que cuidar a la población y no los espectáculos públicos. ¡Que ironía y qué gran mentira!!!
La Policía llegó en gran número, pero demasiado tarde; ya esas “sensaciones de inseguridad” se llevaron todo, pero no solo lo material que se recupera (y sinceramente es lo menos que me interesa), se llevaron nuestra tranquilidad espiritual, nuestra alegría de disfrutar nuestra pileta, nuestra casa, que he construido con mucho esfuerzo durante diez años, y sobre todo nuestra libertad, porque ahora vivimos y viviremos encerrados y enrejados por mucho tiempo, sin saber en que momento volverán a aparecer estos malparidos.
Cuando digo que la policía y los políticos llegaron tarde, no hablo de horas, sino de años. Se han dedicado a robar en vez de gobernar… Se han dedicado a desviar recursos que debieran ser usados para protegernos, para provecho propio, y no me refiero a los planes sociales, que es un tema aparte, hablo del choreo inescrupuloso de sueldos exagerados, para ocupar cargos que no tienen idea y que vienen a aprender porque no saben ni están preparados para gobernar.
¿Cómo me puede proteger la Policía sino tienen los elementos necesarios para prevenir, ni tampoco para investigar el hecho?
Vienen a sacar huellas dactilares y ni siquiera tienen como hacerlo, entonces se llevan lo que supuestamente tocaron los chorros, pero la realidad es que aunque encuentren esas huellas no tienen la tecnología para determinar de quien se trata.
Ni hablar del ADN que desparramaron por toda la casa, eso que es una realidad en cualquier policía en otros países aquí es ciencia ficción, y todo porque no hay recursos, porque se los chorean los políticos.
Seguramente encontraré tranquilidad cuando viaje a algún país serio y seguro, aunque parece que estos choros quieren quitarnos hasta esa libertad.
Sinceramente pensaba que esto nunca me iba a pasar, porque uno cree que es especial y que las cosas les pasan a los otros.
Lamentablemente eso no es así, lo comprobé el jueves a las 23 horas, cuando estaba tranquilo con mi familia viendo tele y se nos aparecieron estos tipos como fantasmas, de la nada.
¡Políticos no sean tan Soretes HDP!… Pónganse a laburar para la gente y para nuestros niños y jóvenes, porque no van a estar eternamente en el poder, y en algún momento les va a tocar a ustedes y a su familia este infierno que hoy me toca vivir a mí y a mi familia, y quien sabe cuanto tiempo me llevará superar».