POR ALEJANDRO DELL´ORBO* – Estamos a horas del primer tiempo de 90 minutos del partido más importante de la historia del deporte.
Habrá un equipo que el 24 de noviembre levante el tan anhelado trofeo continental y se lleve toda la gloria, y otro que sufrirá la peor decepción, la más dolorosa, la inimaginable; y vale decir que los fanáticos nos sentimos parte de dichos equipos.
Acá no sólo hay un superclásico y título en juego… aquí simplemente se define QUIEN ES EL MÁS GRANDE (se olvidan las otras copas, los descensos y las presuntas paternidades), y también quien llevará por siempre el estigma de haber sido derrotado en la final más esperada desde la invención del fútbol.
Ustedes me conocen; saben del fanatismo que tengo por River Plate, y en virtud a ello TOMÉ LA DECISIÓN PERSONAL Y MADURA, en caso de resultar ganador de la serie, de no esgrimir ninguna «cargada» o mofa hacia mis amigos y conocidos hinchas de boca.
Entiendo que el dolor de semejante derrota no debe ser motivo de burla.
Demasiada frustración y consternación tendrá quien pierda, para que otro se regodee en su padecimiento.
No enviaré mensajes, ni postearé frases ofensivas hacia mi eterno rival; tampoco compartiré memes que les recuerde la derrota.
Festejaré, claro que festejaré, y disfrutaré, pero no a costa del sufrimiento ajeno.
Y si me toca perder, pido la misma actitud madura a mis amigos y conocidos.
Bastantes grietas ya tenemos los argentinos como para generar otra.
¡Que gane el mejor!
* Director Mendosur Medios