El domingo a las 19:30 se corrió una carrera clandestina en las calles de la localidad de San Bernardo, en Santiago de Chile.
Uno de los «competidores» era un sanrafaelino, a bordo de un Fiat Uno (chapa patente ITV 885), quien en calle Roberto Simpson perdió el dominio del vehículo y terminó subiéndose a la vereda, donde se encontraba gente observando la picada.
Andrés Gómez, de 38 años, se llevó por delante a un hombre y su hijo de 7 años, provocando la muerte del primero, y el vuelco del Duna.
Lejos de quedarse en el lugar, el sanrafaelino se bajó del coche y se dio a la fuga, pero fue ubicado y detenido horas después.
Se supo luego que Gómez, hasta hace un par de meses atrás trabajaba en un taller preparando coches para picadas en San Rafael (él también participaba de las mismas), y que se habría mudado en enero al país trasandino.
La víctima fatal fue identificada como Cristian Alvarado Bravo (43), y en cuanto a la salud del niño, aún está grave internado en el hospital Roberto del Río.
Ante un episodio de esta naturaleza, uno se pregunta ¿cómo puede haber un padre tan irresponsable de llevar a su hijo a mirar una picada de autos desde la vereda?, y ni hablar de los imbéciles que participan de estas carreras.