La Primera Cámara del Crimen absolvió de todos los cargos a Lucas Cruz por la muerte de Diego Mendieta. En tanto condenó a su hermano Jonathan a tres años de prisión efectiva como autor penalmente responsable de homicidio preterintencional.
Tras la lectura del fallo, tanto la familia como los amigos de los imputados, conservaron silencio. De la misma manera, los familiares de Diego tampoco dijeron palabra. Todos desalojaron la sala en perfecto orden.
Tanto Lucas como Jonathan no dijeron nada cuando se les dio la posibilidad de hablar nuevamente. NO PIDIERON PERDON a la familia de Mendieta; quizás por consejo de sus abogados; o porque simplemente no se sienten responsables de nada.
EN LIBERTAD
De esta manera la Cámara avaló lo pedido por el fiscal Norberto Jamsech; no así a la parte querellante, que había solicitado el cambio de carátula a homicidio simple.
Esto quiere decir que Cruz podrá seguir gozando de la libertad hasta que el fallo quede firme (falta la opinión de Casación y de la Corte, en caso que la defensa apele). Esto quiere decir que Jonathan no irá a la cárcel, al menos durante un año, hasta que se acaben las instancias judiciales.
UNA FORTUNA EN LO CIVIL
En cuanto a la demanda civil, el Tribunal falló que el condenado deberá pagarle en el termino de diez días $290 mil a María Belen Agata, mamá del hijo de Diego Mendieta (que ahora tiene 8 años), más el 5% anual de intereses desde el momento del hecho.
Para el padre de Diego, Oscar Mendieta, Jonathan deberá desembolsar 130 mil pesos, más los intereses.
Pero ahí no termina la pesadilla económica para la familia Cruz, pues en concepto de honorarios de peritos y abogados (tanto defensores como de la querella) tendrá que pagar unos 200 mil pesos.
ES UN HOMICIDA
Para los peritos no quedó duda: el estallido de páncreas se lo produjo Jotathan al saltar sobre Diego, en la vereda del Bar Urracas, y mientras la víctima estaba inconsciente en el piso, luego de recibir dos trompadas certeras de los puños de Lucas cruz.
Dicha lesión, independientemente de que Diego fue un paciente «rebelde», lo llevaría irremediablemente a la muerte. Son heridas internas que tienen entre un 85 y 95% de posibilidad de mortandad.