Hace unos instantes se produjo un hecho de agresión contra empleados municipales que estaban haciendo algo «gravísimo», SU TRABAJO.
Mientras confiscaban las chucherías que un vendedor callejero exponía en Av. Libertador y Cnel. Suarez, a metros de la Cámara de Comercio, un grupo de personas se acercó a los inspectores y los insultaron por la tarea que llevaban a cabo.
Sabido es que existe una ordenanza municipal que prohíbe la venta en la vía pública, y que logró hacerse efectiva luego que unos 80 comerciantes de la calle se nuclearan en dos predios que oportunamente la municipalidad les acondicionó, en Cnel. Suarez y Avellaneda, y en la segunda cuadra de Av. San Martín.
También es sabido que en los últimos meses varios decenas de «ambulantes» están invadiendo nuevamente las veredas con mesones y mercadería de distinto tipo, ante la mirada indiferente de los inspectores.
Hoy, que salieron a hacer su trabajo, se encontraron con personas que pasaban por esa esquina totalmente desaforados, haciendo una absurda defensa al vendedor callejero.
Entre las barbaridades que les dijeron, es que le confiscaban la mercadería porque era negro.
Y el argumento es por demás insostenible, porque cuando le incautan las chucherías a «ambulantes» sanrafaelinos, éstos les plantean lo contrario: «¿Por qué a los senegaleses los dejan «trabajar» y a nosotros no?»
La labor de los inspectores es levantar cualquier puesto que se instale, independientemente de la raza, religión o género del comerciante.
En fin, puede ser que a la gente le resulte simpático el joven africano, pero no existe una ordenanza especial para ellos, pues deben cumplir con las normativas como cualquier vecino, si es que se pretende vivir en una sociedad ordenada, sin mesones en las veredas, ni competencia desleal para el comerciante que tiene su negocio y paga un sinfín de impuestos y servicios.