Muchas son las décadas transcurridas desde el arribo a San Rafael, del ilustre jefe del Ejército Nacional don José Antonio Salas.-
Su imponente estampa -clásica en los militares de tiempos viejos- al tiempo que infundía respeto provocaba simpatía.
Su chaquetilla azul impecable de botones dorados, armonizaba con el áureo de las charreteras e insignias jerárquicas apenas por debajo de su cuidadosamente ordenada y luenga barba, de igual matiz que su cabellera peinada al costado. Revelaba una personalidad que impresionó vivamente a los contados pobladores del descampado villorrio.
– Señor comandante -le dijo a poco de su llegada Rodolfo Iselín (quien era ya opulento vecino y propietario de tierras donde había comenzado a establecer la cabecera del departamento), tengo entendido que piensa usted fundar la sede de los cuarteles militares a poca distancia de aquí.
Así es -respondió amablemente el interpelado- Estoy levantando una gran vivienda en el lugar denominado Cuadro Nacional. Y añadió: Cerca de dicho edificio se hallan trabajando numerosos hombres con el fin de alistar los potreros necesarios para el abastecimiento de las tropas, que desde tiempo atrás se dirigen a conquistar el desierto… Por otra parte en ese lugar fundaremos el distrito que oficialmente llevará el ya mencionado nombre de Cuadro Nacional.
Iselín pensó un instante antes de hablar:
– Tengo igualmente entendido que a ese lugar intenta usted hacerlo cabecera del departamento. Me permito preguntarle si eso es verdad.
– Esa es mi idea. En otro aspecto le diré que el gobierno de la Nación ya ha dispuesto la próxima llegada del Regimiento 7 de Caballería.
– Señor comandante -exclamó el francés-, a poco de mi llegada, y tras conversaciones con el ingeniero Balloffet y otras personalidades locales, me encuentro estableciendo aquí la Colonia Francesa, que proyecto convertirla en cabecera departamental.
Con su serenidad habitual habló el jefe militar:
– Se que es usted una persona de gran influencia en la zona. No es propio de mí discutir en torno a lo que tiene usted dispuesto. Tiempo habrá -muy breve- para algo imprescindible. La construcción de los edificios destinados al alojamiento de la tropa. Ello es lo realmente importante y primordial, por otro lado, altamente beneficioso para todos los que habitan la región.
Educado, cortés, aunque de gran firmeza en sus decisiones, el comandante Salas, cuyos actos fueron siempre fruto de reflexiones propias del hombre pensante y seguro de si mismo, convirtió en breve tiempo la zona militar en un paraje apto y colorido.
Las corrientes de agua salidas del río Diamante, el canal que irriga tierras de Cuadro Nacional, El Cerrito y poblaciones agrícolas menores, constituyeron factores o elementos favorables para el desarrollo de viñedos, frutales y hortalizas.
La gran casona, enmarcada en el verdor lugareño, los bien delineados potreros y las dependencias destinadas al abastecimiento y descanso de las tropas marcaron en aquel sitio, sede del Regimiento 7 de Caballería, años de inolvidable vida política, social y militar de San Rafael.
Se dijo que el comandante Salas deseaba que Cuadro Nacional se constituyera en la cabecera departamental sanrafaelina. Si así fue, tan solo bastó que, sabedor del supuesto predominio que Rodolfo Iselín tenía en la región, caballerescamente se abocara a su vida castrense.
Mucho es lo que la población sanrafaelina le debe al jefe militar. La enorme vivienda que construyó, durante años centro de actividades y reuniones de un pasado profundamente adentrado en la vida recién comenzada del sur mendocino.
La versión oficial ratifica lo afirmado en torno a la actitud digna y caballeresca del Comandante Salas, renunciando a su deseo de convertir al Cuadro Nacional en la cabecera del departamento de San Rafael, lo que mas tarde también quiso lograr su hijo, el ingeniero Estanislao Salas, quien al comienzo pretendía lo mismo que su padre.
El Poder Ejecutivo de la provincia de Mendoza, mediante la ley 262 del día 2 de octubre del año 1903, designó al distrito de Colonia Francesa, cabecera del departamento, al tiempo que también oficialmente la llamada «Villa» pasaría a denominarse «Distrito de 25 de Mayo». Fue un logro de Rodolfo Iselín, hombre sin duda tan efectivo y constante como de gran influencia -algo reconocido- para obtener lo que se proponía.
*Publicado en la colección HISTORIAS, LEYENDAS Y PERSONAJES DE SAN RAFAEL, de SEMANARIO DEPARTAMENTAL.