Guido y Marcos, las ovejas negras de una familia de trabajo

Forconis
Guido (28) y Marcos (22) Forconi son dos de seis hermanos, hijos de un matrimonio de bien, gente de trabajo, y de buenas costumbres.
Martha y Omar (sus padres) se casaron hace unos 37 años; ella es empleada doméstica (con impecables antecedentes en todas las casas que trabajó), y él es carnicero, que supo estar detrás de los mostradores de Supermercados Javimar, hasta el día de su cierre.
Hace ya muchos años se separaron, pero tienen una excelente relación, y viven a tres casas de distancia, en calle Fray Luis Beltrán; él con sus ancianos padres, y ella con su madre, también de avanzada edad.

LOS HERMANOS
Todos los hermanos Forconi se casaron, excepto Guido y Marcos.
– El mayor es Ernesto, tiene 35 años y dos hijos.
– Le sigue Cinthia, quien era compañera de Roxana Toledo. Tiene dos hijos (uno de ellos nacido hace pocos meses), y trabajó durante muchos años en La Delicia y panaderías Belén.
Lamentablemente, a la luz de las circunstancias, decidió renunciar debido a lo que generaba la situación. Recordemos que en forma muy liviana e irresponsable, algunos medios señalaron a Cinthia como “entregadora”, cuando es una joven que jamás hubiera hecho algo que hiciera daño a una compañera o a sus mismos jefes, quienes tenían la mejor opinión de Cinthia.
Paradójicamente, la noche del crimen, festejaba su cumpleaños número 31.
– La tercera de los hermanos se llama Yamila, tiene 29 años, es casada y también trabajó en panadería Belén, donde renunció debido a que debía ocuparse de su pequeño hijo recién nacido.
– Celeste es la más chica de las mujeres, de 26 años y casada con un policía.

LA DROGA
Guido siempre fue un problema para su madre. Si bien ella lo mandó a estudiar, tomó el camino de las drogas, el cual más tarde escogería también su hermanito Marcos.
Martha, ni bien su hijo comenzó a tener problemas con el consumo de estupefacientes, lo llevó a varios especialistas. Es más, una amiga que la acompañó a una consulta médica nos contó que tras revisar a Guido, que en ese tiempo tenía 18 años, el doctor le dijo: “Señora, lléveselo; no hay caso… su hijo ya tiene la cabeza quemada”. A ese nivel es la contención profesional que obtuvo en San Rafael.
Lamentablemente su hijo más chico tomaría más adelante el mismo camino que Guido, con quien se hizo cómplice en la comisión de delitos, que a ambos les costó varias detenciones, y hasta un paso por la cárcel, que terminó el año pasado, luego que un juez decidiera liberarlos pese a sus antecedentes.
Evidentemente, en alguna conversación familiar pudieron escuchar a su hermana Cinthia contando aspectos de la empresa donde trabajaba, y seguramente de ahí obtuvieron el dato de la rutina que hacía Roxana los jueves.
Guido y Marcos eligieron transitar el peor de los rumbos en la vida, el de la droga y el delito. Pero no se les inculcó esos valores, sino los del trabajo y las buenas costumbres; sin embargo, más allá de la condición social de cada ser humano, hay un factor intrínseco que hace que haya personas que se inclinen por la mala vida, es el caso de estos dos hermanos que seguramente pasarán no menos de 20 años tras las rejas.

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