POR ENRIQUE F. CAÑEQUE – El 10 de Mayo de 1932, alrededor de 13:30, hizo erupción el volcán Descabezado, y comenzó a oscurecerse hasta quedar como noche totalmente cerrada, aún más, en las habitaciones las luces eléctricas se veían rojizas por la ceniza volcánica en suspensión.
Tal evento trajo inquietud de la población que no sabía que pasaba, pues los medios de comunicación eran muy escasos.
La Municipalidad pedía a los vecinos que barrieran los techos y patios y sacaran la ceniza a la calle para ser recogida y dispuesta en otro lugar.
Según tengo entendido, en la actual Plaza Independencia se enterró gran cantidad de cenizas; mi padre guardó 2 ó 3 bolsas con este material para usar como elemento de limpieza en la cocina, también para pomizar pistones de motores cuando eran rectificados, mezclaban la ceniza con aceite mineral y se hacía girar el pistón hasta que tomaba la luz necesaria.
Al tiempo, las bolsas que eran de arpillera al tocarlas se deshacían porque la ceniza contenía gran cantidad azufre, lo que las quemaba.
* Publicado en el suplemento «Historias, Personajes y Leyendas de San Rafael», de SEMANARIO DEPARTAMENTAL.