A las 20:25 horas de ayer, el 911 recibió un llamado impensado.
Del otro lado del teléfono, se escuchó una voz masculina que dijo: «Mi mamá murió. Está en la residencial La Esperanza, y el que la mató fui yo».
Hasta el lugar fue un móvil, cuyos tripulantes constataron el fallecimiento de una mujer de 85 años, que se encontraba arriba de la cama de una de las habitaciones.
Elsa Dora Olivera había presentaba signos de violencia y ahorcamiento.
Una comisión policial ubicó al hijo de la señora, de apellido Montoya, y lo trasladó a la Comisaría 32º, acusado de «homicidio calificado por el vínculo».
El titular del Tercer Juzgado de Instrucción, Dr. Gabriel Ravagnani, se hizo presente en el lugar, donde confirmó que se trató de un homicidio, y que el cuerpo de la octogenaria llevaba varias horas de fallecido (se estima desde las 10 de la mañana).
DETALLES
Walter Eduardo Montoya habría trabajado en una farmacia por largo tiempo, y luego manejó un taxi.
Desde hacía unas semanas se separó de su mujer, por lo que optó por sacar a su madre del asilo donde se encontraba, y mudarla junto a él a la residencial.
Allí estuvieron por cerca de una semana, hasta que ayer el hombre tomó semejante decisión.
Se encuentra alojado en la Comisaría 32º, incomunicado y a la espera de que le tomen declaración indagatoria.
Según informaron fuentes policiales, el homicida presenta lesiones visibles en la cabeza, producto de cabezazos que se habría propinado él mismo contra una pared.
En cuanto a la víctima, la misma padecía mal de alzheimer, y trataba su patología en la Clínica Ciudad.