Adriana Mónica Lucero quiso hablar con HOY SAN RAFAEL, para aclarar algunas cosas de las que hicimos referencia la semana pasada.
La mujer de 51 años, que amagó con tirarse del balcón de la Municipalidad, nos relató su pesar, el que la llevó a tomar semejante medida.
«Hacía tres años que quería hablar con Emir Félix… esa mañana fui y la secretaria me dijo que estaba en reunión… y me tenían a las vueltas, así que me cansé; subí las escaleras, y encontré la puerta del balcón abierta… Primero me vio un señor, que se fue… y después vi como llegaban policías. Estando ahí me sentí mareada, que casi me caigo. Fue un policía hombre, y no las mujeres policías, el que me manoteó y me tiró al suelo», así cuenta Adriana el momento en el que la desesperación la hizo amenazar con quitarse la vida.
«Emir me hizo pasar a su despacho, y ahí se comprometió a agilizarme la pensión, porque yo soy diabética y tengo insuficiencia hepática», señaló la mujer que se gana la vida vendiendo CDs.
«No me dio plata de su bolsillo, sino un cheque de la Municipalidad para que pueda pagar el alquiler, y mientras me sale la pensión me van a dar un subsidio», dijo, muy conforme por la atención recibida por el intendente, quien la contuvo en todo momento.
En cuanto a su pasado, Adriana explicó que es oriunda de San Martín (Mza), pero que se mudó a Malargue a los 18 años. Ahí se casó y tuvo sus hijos, hasta que el varón tuvo problemas de adicción a las drogas y terminó en la penitenciaría local. «Me vine a vivir a San Rafael para estar más cerca de él, y después no volví, porque mi marido metió a vivir con él a la empleada que teníamos», contó en la entrevista.
Sobre su pasado también explicó que trabajó cuatro años en protocolo del Escuadrón de Gendarmería de Malargue, y hasta militó con el ex gobernador Celso Jaque, quien le consiguió trabajo en la Dirección General de Escuelas.
Precisamente esa fue su última actividad, en el establecimiento Teniente Ibañez, donde trabajó como celadora dos años y medio, a las órdenes del director Horacio Demuru.
«A mi no me echaron de la escuela como dijeron, es que no conseguí el examen psicofísico, y dieron por terminado mi contrato», explicó.
También se refirió a los días después de su decisión de suicidarse: «Recibí muchas muestras de afecto, y otros clientes que no pudieron creer lo que hice, porque tenían una visión de mi más positiva, todo alegría y buena onda, pero porque no conocen las cosas por las que pasé».
Lo cierto es que Adriana está mejor. Se aseguró el pago del alquiler y servicios de por vida con la pensión graciable que está próxima a salirle, aunque debe seguir peleando para conseguir el mango diario para comer y vestirse.