Cuando buscamos la explicación al crecimiento del delito y a la facilidad con que entran y salen los malvivientes tras cometer un ilícito, encontramos entre las causas a los abogados «sacapresos».
Aquellos que cobran entre 5 mil y 30 mil pesos por presentar un pedido de excarcelación ante el juez de la causa, a sabiendas que su cliente cometió el delito, desde un robo simple a una violación.
Resulta inverosímil que gente que se dedica al derecho no busque la Justicia limpia y pura, sino simplemente hacer zafar a su defendido, por unos pocos fajos de billetes. Pero bueno, así es el oficio.
ESTUDIO JURÍDICO LOCAL
Hoy por hoy decir que ser pobre es sinónimo de delincuente, es una falta de respeto y una injuria contra la clase humilde de nuestro país, que involucra a millones de argentinos, quienes no salen a robar porque la vida fue duro con ellos. No tuvieron para comer, ni para comprarles un par de zapatillas a sus hijos, pero JAMAS se les ocurriría salir a robar.
Hay gente que insiste en relacionar la pobreza con el delito, la profesión más rentable del mundo. En un golpe de 5 minutos se puede obtener el equivalente a uno, cinco, diez o veinte años de salarios de un albañil, por ejemplo.
Respecto a esto encontramos en la inefable red social Facebook, el muro de un estudio jurídico, ubicado en calle San Luis 835 de nuestra Ciudad, atendido por los abogados Oscar Manuel Herrero y Rodrigo Quiroga Faura, que hace un breve ensayo sobre los motivos que llevan a una persona a cometer un crimen.
Abundar en palabras estaría demás, por lo cual nos remitiremos exclusivamente a dar a conocer ese posteo que, a una persona que minimamente hace uso de su sentido común, le revolverá el estómago.
Pero antes volvemos a repetir el nombre de estos abogados sanrafaelinos que escribieron o suscribieron el siguiente texto, Oscar Manuel Herrero y Rodrigo Quiroga Faura. Y ADVERTIMOS que su lectura no es apta para personas que se indignan con facilidad.
¿LES HEMOS DEJADO OPCIÓN A QUIENES DELINQUEN?
No cabe duda que los hechos de inseguridad, sobre todo los que implican un innecesario uso de violencia, generan una gran sensación de impotencia entre los ciudadanos. Impotencia que deriva, humanamente, en bronca.
Tampoco cabe duda que mucha gente (nos incluimos) no acaba de entender el sistema legal argentino en materia penal, máxime cuando parece garantizar únicamente la rápida “salida” de quien ha cometido un delito y ha sido atrapado en el acto (no pensemos en casos más dudosos).
No se nos escapa, por otro lado, que la cuestión del “garantismo” es compleja. Sobre todo cuando hemos vivido etapas en que los derechos de los ciudadanos quedaron a merced del “oficial” que a uno lo detuviera, y según la opinión que nuestro rostro generara sobre el uniformado.
Pero queremos proponer una reflexión, y someterla a opinión de todos:
Si uno fuera un marginado, dejado de lado por la sociedad. Si uno viera cómo lo bombardean por televisión, por revistas (y en general por todo medio de comunicación) con una campaña consumista. Si a uno le dijeran a toda hora que debe tener un celular de diez mil pesos, y un auto de trescientos mil pesos, además de ropa que no baja de quinientos pesos la prenda.
Y en esa situación uno se encontrara con un contraste inmenso: por vivir en una villa nadie le da trabajo. Cuando consigue trabajo en negro, con mucha suerte (casi nunca) ganando el mínimo vital y trabajando mucho más de ocho horas diarias (con frío en invierno, calor abrasador en verano).
Cuando uno sacara una simple cuenta, y se tomara conocimiento de que aún cuando trabajara por años, jamás llegará a “ser” aquello que los medios de comunicación le dicen que sea.
¿Qué esperanza quedará a esa persona?
¿Cuál será el objeto de perder toda la vida, trabajando en forma inhumana, para jamás salir de una simple deuda de tarjeta de crédito, cuyos intereses son cada mes más altos?
Esa persona estará fuera del sistema. Y el sistema, paradójicamente, le pedirá que se comporte conforme las mismas pautas que lo han deshumanizado.
No pretendemos defender el delito. Causar daño a otra persona es imperdonable. Y por más alienado que un sujeto esté, nunca justificaremos atentar contra otro.
Sólo pretendemos abrir la discusión, y escuchar opiniones, mirando desde una nueva perspectiva.
Con una mano en el corazón, manteniendo una discusión seria y sin caer en facilismos condenatorios, respondamos ¿Realmente el sistema les ha dejado alternativa a quienes delinquen?