Ana Enriqueta Guyot de Calzada*

Ana Guyot de Calzada
¿Qué es historia?. La pregunta del hermano Francisco, de voz grave e inconfundiblemente española, resonó en el aula menor del Colegio San José, sito en el corazón porteño del barrio de Balvanera.
El alumnado de 3er grado primario, pese a tener idea sobre ella, quedó en silencio. De pronto un niño de apenas 9 años -tan festivo y travieso como precozmente instruido- levantó la mano.
– Habla -dijo el religioso-
Y tras ponerse en pié, tieso y con la cabeza algo echada hacia atrás en actitud oratoria firme y segura, expresó: «historia es la sucesión sucesiva de sucesos que sucedieron, suceden y sucederán sucesivamente»
El hermano Francisco pareció desconcertado.
– Hombre… no está tan mal lo que has dicho, dijo el religioso.
Valga lo hasta aquí expresado para juzgar lo que, asociando ideas, imagino en torno a la señora Ana Enriqueta Guyot de Calzada, a quien aún parece vérsela desde su cátedra, enseñando historia a sus discípulos.
Intelectual y fiel traductora de las cosas por sus principios y causas, descollaba en su natal San Rafael, donde sus clases y lecciones constituían verídicos y magistrales relatos del pasado.
La investigación profunda narrada con singular espíritu recreativo, tenía en dicha educadora un auténtico y ameno vocero.
Familiarizados los alumnos con la vida de Oriente, Grecia y Roma, como asimismo con las edades del tiempo, les volaba la imaginación escuchando las descripciones de aquella profesora de historia que parecía darle vivos relieves al transcurso de la existencia imperial, a las figuras de Alejandro Magno, al corsario Barbarroja, a Ricardo Corazón de León, intrépido guerrero de las cruzadas, a los faraones que dormían el sueño eterno bajo las pirámides, o a las portentosas campañas de Napoleón, siglos antes de que el universo de la Arquitectura deslumbrara con las monumentales catedrales de la Edad Media, que a largos siglos de haberse construido continúan hoy siendo admiradas por los que viajan y descubren nuevos horizontes.
Pero no eran sólo los reyes, los héroes, los papas, las batallas y los misterios orientales quienes exaltaban el espíritu de la juventud sanrafaelina, pues los grandes pintores, músicos, poetas, literatos y representantes y cultores de todas las manifestaciones del arte, estaba presentes en la narrativa de Ana Enriqueta, quien deseaba trasladar a sus alumnos su propia sabiduría.
* Publicado en la colección “HISTORIAS, PERSONAJES Y LEYENDAS DE SAN RAFAEL”, de SEMANARIO DEPARTAMENTAL.

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