Históricas: Educadores Sanrafaelinos, Cándido Fajardo*

Maestros
Cuidadoso en extremo y esmerado, tanto en su conducta como en sus procedimientos, era aquel profesor de geografía que a mediados del año cuarenta dejó grabadas en la adolescencia sanrafaelina sus clases, verdaderas exposiciones que manifestaban las partes principales de un todo.
Señor profesor -le preguntó un día, tras las vacaciones, uno de sus noveles alumnos- ¿Cómo podría definirse exactamente la materia geografía?
– Muy oportuna su pregunta -respondió el maestro, quién jamás tuteaba al alumnado, pues su personalidad giraba en torno de la circunspección fina y trato respetuoso- La geografía es una ciencia que describe la tierra, y se divide en varias ramas, existiendo tres de ellas principales: la física, política y económica. La primera refiere la configuración de la tierra y las aguas; la siguiente trata de su organización y distribución, siendo ésta la morada de los seres humanos; y la económica, estudia las diversas fuentes de producción y riqueza de un país.
Modelo perfecto de catedrático, su voz de clarísima dicción exponía prolijamente temas de países, océanos, ríos, continentes, regiones fértiles e incultas, razas, comarcas que imploran por lluvias. Hablaba de las flores, de las plantas dañosas y beneficiosas, de ciudades, de aldeas, de límites, todo ello y la infinidad de lo no mencionado, sujeto a un método de austeridad e increíble síntesis.
Azules sus ojos, que parecían mayores tras los cristales de sus lentes circulares provistos del armazón de resorte que los mantiene sujetos a la nariz, señalaba con la vista en alto los puntos exactos en el mapamundi, correspondientes a las montañas, a los llanos, a los valles, a las quebradas.
Algo larga era su cara en relación al ancho, y en su expresión solemne se advertía uno de viejo escepticismo. No podía estar ausente en sus clases lo referido a la naturaleza argentina, y cuando hablaba de San Rafael destacaba sus paisajes, sus cerros, sus ríos, sus formaciones rocosas, y su tierra productora de frutos. Todo lo que exponía constituyó el bagaje de conocimientos adquiridos por la juventud local donde la figura del hombre constituyó el centro fundamental de la vida.
Triste fue para el mundo estudiantil, y para quienes lo conocieron, su repentino vuelo al otro mundo. Quedó el sabor nostálgico que solo el paso de los años va disipando.
Publicado en el suplemento “Historias, Personajes y Leyendas de San Rafael”, publicado por SEMANARIO DEPARTAMENTAL.

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