Históricas: La llegada de las primeras máquinas agrícolas*

maquina
Discreto, mesurado y sensato era aquel viejo vecino del sur provincial, dotado de un espíritu de iniciativa no aparentado por su apariencia reflexiva. Agudo observador de la naturaleza regional e inquieto frente a la posibilidad de lograr medios para extraer del suelo sanrafaelino los frutos y bienes que advertía, realizó un largo viaje hasta la ciudad de Bahía Blanca, a cuyo puerto de aguas profundas arribaban enormes barcos mercantes que transportaban desde Inglaterra, maquinarias, herramientas y enseres de labranza, destinados todos al campo de la provincia de Buenos Aires y a los extensos llanos del litoral argentino.
Don Eduardo Dalmaso ya tenía previsto traer al sur mendocino elementos mecánicos para el mundo rural de la región. Solía recordar un relato que pudo o no ser veraz pero que él imaginaba verdadero.
Decían que en la época colonial, Juan Manuel de Rosas envió una avanzada montada hacia el desierto del oeste, provisto de gran cantidad de armas, municiones y material de prendas mantas, y alimentos, cargados en la prolongada fila de carpetas transportadoras.
De pronto, tras larguísima marcha arribó la caravana a un maravilloso y dilatadísimo alfalfar cuyo verde era de tal modo fresco y lozano, que desmontaron los jinetes y largaron la caballada para pastar, al tiempo que ellos gozosos se revolcaban en la hierba.
Ignoramos como finalizaba la narración, pero conservaba en la memoria don Eduardo, que los ilustres colonizadores Rodolfo Iselín, Gerónimo Balloffet, Estanislao Salas, Arturo Blanco, José Quiroga y tantos otros, fueron convirtiendo en un huerto de abundancia, en estrecha colaboración con los inmigrantes, aquellos campos que antes eran eriales. Grabado le quedó el relato aquel en torno al ejército de Rosas, y grande fue su entusiasmo al juzgar el sistema que en Bahía Blanca y sus aledaños se empleaba para el levantamiento de las cosechas.
Eduardo Dalmaso, adelantado de la época, fue quien trajo a San Rafael las maquinarias agrícolas destinadas a roturar y lograr mejores y más rápidos rendimientos de las vírgenes tierras del sur mendocino.
* Publicado en el suplemento «Historias, personajes y leyendas de San Rafael», publicado por SEMANARIO DEPARTAMENTAL

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