El banco Galicia, como casi todas las entidades financieras, tiene en la puerta la insignia nacional, que se encuentra en la intemperie.
Obviamente, con el paso del tiempo, la misma se fue ensuciando y deteriorando.
El vecino Eduardo Sueta, que siempre pasa por el lugar, decidió comprar una nueva bandera, de similares características, y se la entregó al gerente de la entidad, en forma totalmente desinteresada, con el fin de que reemplace el símbolo patrio.
Sin embargo, ya pasaron unos 20 días y la bandera vieja continúa flamenado en el mismo lugar, mientras la nueva aguarda reemplazarla.