Dos educadores tenía la escuela «Territorio del Chaco» de Cuadro Benegas, cuyo alumnado estaba compuesto por niños hijos de chacareros y peones que vivían cerca de la bodega de Pedro Benegas y el establecimiento Industrial de don Arturo Blanco, cuyo gran edificio enfrentaba el colegio.
Cuatro o cinco construcciones había en el poblado, incluyendo el destacamento policial contiguo al almacén de los hermanos Salomón y Elías Ayub, que surtía a los habitantes de la zona.
Lastenia Suárez se llamaba quien oficiaba de directora, y Lucía -un familiar suyo- colaboraba tanto en la enseñanza de las primeras letras como para mantener el orden del par de aulas del colegio, que además de cocina, un patio de recreo y dos pequeños baños, tenía un minúsculo escritorio.
Los alumnos iban prácticamente para entretenerse y de vez en cuando saltar entre los bancos, algo que le desagradaba a Lastenia, una gordita tierna y sonriente a quién los chicos adoraban, y los diseminados vecinos la consideraban una santa. La directora se alojaba en la casa de Francisco Falconi, un empleado de la bodega con cuyo hijo se casó mas tarde.
Las periódicas inspecciones realizadas por autoridades de la Dirección de Escuelas del organismo docente sanrafaelino, calificaban favorablemente sus tareas examinadoras; «aunque los alumnos son traviesos, comprobamos que no van sólo a la escuela para jugar. A su manera, extraen algunas conclusiones de lo que les dice la maestra a través del libro «Se leer», y asimilan lo que significa la instrucción, el amor por la familia y la solidaridad con el prójimo», decía un informe de la inspección.
Lastenia Suárez y Lucía finalizaron sus quehaceres cuando promediaba la década de 1920. La primera de ellas (directora) impuso con cariño y dulzura normas que recordarán tiernamente quienes ayer fueron sus alumnos, lo mismo que a Lucía, que también se encargaba del ordenamiento y limpieza del pequeño colegio (PUBLICADO EN EL SUPLEMENTO «HISTORIAS, PERSONAJES Y LEYENDAS DE SAN RAFAEL» de SEMANARIO DEPARTAMENTAL).

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