Ni kirchnerista, ni anti-kirchnerista; sólo un argentino que quiere vivir mejor

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POR ALEJANDRO DELL ORBO* – A las cero de hoy, 10 de diciembre de 2015, festejé. Abrí la mejor champagña de mi vinoteca y brindé frente al televisor, viendo a esa señora sexagenaria de pelo color caoba, que supo ser muy bella en su juventud, y que ahora lucha para que los años no se le noten en la cara, a fuerza de botox y cirugías plásticas.
Brindé porque se va del Estado, tras estar 8 años al frente del Poder Ejecutivo, y luego de tomar cientos de decisiones equivocadas que los argentinos sufriremos por años.
No celebro la llegada de Mauricio Macri a la Casa Rosada, celebro por la ilusión que me genera saber que hay aires de cambios en mi país, sea Macri, el pato Donald o Zamba.
Cambiaremos la arrogancia por la humildad… Las decisiones dictatoriales por el diálogo… Los monólogos por conferencias de prensa… El relato por la estadística real… El odio visceral por la concertación… El «vamos por todo» por el respeto a las instituciones… El despilfarro por la austeridad… Y podría seguir por horas escribiendo, trazando analogías.
Como verán, no soy kirchnnerista, pero tampoco anti kirchnerista. Apenas soy un laburante que necesita vivir mejor, por lo cual exige al Estado que de solución a los problemas estructurales y urgentes de la Argentina.
Quiero que no gasten nuestros millones en boludeces, como en la flota de aviones que se mueven diariamente para satisfacer los caprichos de la familia presidencial, y de otros funcionarios que pasean gracias a la que ponemos todos los meses en el pago de impuestos…
Quiero «Fútbol para Todos», pero financiado con guita de auspiciantes privados.
Quiero «planes sociales y subsidios», pero para quienes lo necesitan; al mismo tiempo que deseo que se creen puestos de trabajo, para que mis compatriotas no tengan que mendigar al Estado una dádiva.
Quiero «Derechos Humanos», pero no los que apuntan solamente a hacer juicios condenatorios contra presuntos ex represores, sin elementos de prueba, sólo para mostrar ante la «gilada» cientos de ancianos encarcelados, muchos de los cuales nada tuvieron que ver ni con las torturas ni con los crímenes que se les endilgan. Quiero, además, cárcel y castigo para todos los asesinos de los años 70, los que llevaban uniforme y los que no.
Quiero que el término «Derechos Humanos» se circunscriba también a la vida cotidiana del vecino de a pie. Que el Estado vele por los derechos de las personas a tener agua potable, cloacas, gas domiciliario y que en pleno verano, con 40 grados de calor, no se les corte la luz.
Quiero, asimismo, que las llamadas de celulares no se corten a los 10 segundos de establecidas.
Quiero que la gente tenga el «Derecho Humano» de hacer trámites de forma ligera, sin demoras y sin trabas. Quiero que un jubilado no pase toda la mañana en un Banco, oficial o privado, para cobrar su mísera jubilación.
Quiero que nuestros gobernantes velen por nuestro «Derecho Humano» a circular por calles sanas, sin esquivar pozo tras pozo, como hacemos todos los días de nuestras vidas.
Quiero tener el «Derecho Humano» de salir a la calle tranquilo, sin que me asalten o me desvalijen la casa en mi ausencia.
Quiero gozar el «Derecho Humano» de ver a los políticos que nos robaron presos, y devolviendo cada peso afanado.
Quiero tener el «Derecho Humano» de ir a un hospital público y -en caso de la necesidad de realizarme un estudio- que me den turno para el otro día, y no para dentro de ocho meses.
Quiero circular con mi vehículo sin encontrarme con piquetes, independientemente de si el reclamo de los manifestantes es legítimo o no.
Quiero ir a la Justicia para que resuelva alguna cuestión, y que ésta se expida rápidamente, sin privilegiar en su decisión amiguismos, compromisos políticos o gordas billeteras.
Como periodista quiero trabajar con libertad, donde no se me extorsione con «te doy o te saco la pauta oficial», con el «te mando la AFIP», o con el «hablo con tus auspiciantes para que te quiten la publicidad».
En fin, estoy convencido que Argentina tiene los recursos económicos y humanos necesarios para transformarse en un país del primer mundo, donde sus habitantes puedan gozar de todas las potenciales vivencias antes descriptas, y está claro que los 12 años de gestión K no nos acercaron a ellas, sino más bien nos alejaron.
No todo lo que se hizo está mal, y recuerdo entre otras cosas la jubilación anticipada, el Procrear, la Asignación Universal por Hijo, y la ley de Matrimonio Igualitario.
Pero son muchas más las malas:
Las mentiras del INDEC…
La inflación de dos dígitos…
La inseguridad ascendente…
El avasallamiento a las instituciones…
El despilfarro…
El enriquecimiento injustificado de la familia Kirchner, sus funcionarios y empresarios amigos…
El vicepresidente triplemente procesado que tenía como domicilio un médano…
La pelea con el campo…
El afano de los Shocklender, los «Sueños Compartidos», y la Universidad de las Madres…
Los fraudes electorales en las provincias pobres…
La nula o mala relación con los países del primer mundo, y el apoyo a gobiernos dictatoriales como el de Cuba o Venezuela…
Los Cirigliano y los 52 muertos de Once…
El crimen del fiscal Nisman…
La absurda ley de medios, que nadie cumple en San Rafael…
Los 300 nombramientos diarios en el Estado Nacional…
La mala relación con la prensa crítica…
«6, 7, 8», y/o el uso de los medios del Estado para hacer periodismo de periodistas…
La millonaria pauta oficial a medios que no miran, escuchan o leen ni sus propios dueños…
El vaciamiento al Banco Central y las arcas de la ANSES…
Las interminables cadenas nacionales…
Los funcionarios condenados por corrupción…
El millonario déficit diario de Aerolíneas Argentinas…
El papelón de Cristina en Harvard…
La violencia verbal de sus discursos…
El cierre de importaciones y trabas a las exportaciones…
Los Moreno, los Delia, los Garré, los Anibal Fernandez, los Capitanich, los Lázaro Baez, los Cristóbal López, los Jaime, los Micheli, y su ministro de economía troskista.
Y -acaso- la peor decisión (que hizo que Argentina no creciera en estos últimos 4 años): el cepo cambiario.
Hace unos meses la diva Mirtha Legrand (que no cabe dudas vivió bajo muchas más presidencias que nosotros) se refirió a esta gestión como una suerte de dictadura. Y razón no le faltaba: Hasta tal punto
Cristina creyó que el Estado era suyo, que a último momento la presidente no solo firmó cientos de nombramientos, sino que se burló de la Justicia, por la resolución que ayer tomó la jueza María Romilda Cervini de Cubría, al analizar la Constitución y las normativas en vigencia, y dictaminar que su mandato expiró ayer a las 23:59:59.
Como ciudadano sólo espero lo mejor de Mauricio Macri; pero como periodista aguardo aciertos y desaciertos, los que haremos notar a medida que avance su trabajo al frente del Ejecutivo.
Espero asimismo, en cuatro u ocho años, cuando se vaya, entregue la banda presidencial a su sucesor, y no haga el papelón mayúsculo que hizo esta mujer, presa de la ira que le produce dejar el poder, a sabiendas que tras su ida le aguardan interminables visitas a los tribunales de Comodoro Pi, y posiblemente un nuevo vestuario, consistente en un pantalón blanco holgado y una camiseta de mangas largas, ambos con rayas negras.
Deben aprender estos políticos que son empleados nuestros; que están de prestados en el Poder, y que deben responder a cada uno de los delitos cometidos en el ejercicio de sus respectivos mandatos.
De la grieta mejor ni hablar, ya lo harán los mismos comentarios de quienes opinen sobre este editorial; sólo decir que entiendo a quienes se identificaron con este gobierno, ya sea por cuestiones ideológicas o por conveniencia, lo que no logro establecer es como un sector de sus simpatizantes no razonen, al punto de seguir aplaudiendo a Amado Boudou, o negando la inflación o la inseguridad reinante.
Por último tres aclaraciones:
1- La diabetes no es una enfermedad que afecte solamente a las personas de alto poder adquisitivo…
2- La soja no es un yuyo que crece al costado de la ruta.
3- Los docentes no trabajan solo cuatro horas por día, ni tienen tres meses de vacaciones.
Ahora sí, a brindar… ¡Salud!

* Periodista, director general de MENDOSUR MEDIOS (San Rafael, Mendoza).

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