Un sanrafaelino que viajaba en un micro de la empresa Iselín, fue testigo de una actitud por demás generosa y de «buena onda», por parte del chofer de la unidad.
El hecho tuvo lugar en un ómnibus de línea, y su protagonista fue el mismo colectivero que el año pasado fue asaltado por un sujeto en la Isla del río Diamante.
Pero dejemos que el mismo Fernando Lerner, pasajero de la unidad, cuente en primera persona los hechos:
«Recién, el chofer se frenó entre los dos puentes, y sin bajarse pidió una docena de tortas fritas. Preguntó si alguno de los pasajeros traía el mate, pero ninguno lo llevaba. Un chico de unos 15 años le trajo la bolsita de madera, de la cual todavía salía el característico humito. El chofer le pagó, y acto seguido nos ofreció a cada uno de nosotros una torta frita caminando a lo largo del pasillo.

El viaje siguió, y en una parada un chico se bajó, el chofer le dijo a otro pasajero que también se bajaba, que le entregue la última torta frita que le quedaba, porque vió que el chico se quedó con ganas de comer otra.
Cosas como estas pasan en nuestro querido San Rafael, y me confirma que vale la pena seguir esforzándose por un mundo mejor, porque somos un montón que tiramos para el mismo lado».

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