Históricas: Mujeres visionarias de antaño*

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¿Era o no algo insólito que en 1823, diez y ocho años después de
la fundación del Fortín, doña Amalia viuda de Martínez, en un
«rapto» inspirador, adquiriera uno de los lotes en ocasión de
procederse a la primera distribución de terrenos que registra la historia de 25 de Mayo?
Ella, mujer recién casada, habló con el marido, uno de los defensores
del Baluarte:
– Mirá, esta situación de que estemos a merced de la indiada no irá
a durar toda la vida. ¿No te acordás lo que dijo el fraile Aldao cuando
anduvo por aquí en 1815 mandado por San Martín? Poco tiempo es el que estaré por aquí defendiendo el Fuerte. Pero ninguno de ustedes llegará a viejo y seguirá como hoy, viendo indios. Sea o no, por lo que dijo el religioso y militar, lo cierto es que entre la diseminada población un rancherío, existió más de uno que,
siendo joven, pareció avizorar el futuro.
Y agregó doña Amalia
– Nuestros hijos tienen cinco y seis años. Nosotros no vamos a vivir cuando ellos anden por los cincuenta. -Y finalizó- ¿No te parece que podemos comprar barato en esta distribución de terrenos?
Y al día siguiente, en el solar que hacía la plaza en medio de las veinte casas de paja y
adobe del pueblo, se escuchó la voz potente de la mujer:
– Yo quiero el cuadro que empieza detrás de los de don Cándido Arana, llega al jarillal, y al costado pasa el Diamante.
Fue la única compradora. La venta se hizo en unos días sin ataques, muy poco frecuentes en la región, y era necesario aprovecharlos, pero aquella operación volvió a repetirse, después de 1870, cuando el peligro de los malones empezaba a declinar, y un respetable número de damas comenzó a adquirir tierras en el contorno; muchas lo hacían como simple inversión, y otras, como doña Flora Losa de Montenegro, para comprar y vender de inmediato el terreno en el lugar elegido para construir la iglesia que finalmente no pudo erigirse.
Existieron donaciones para tal fin, como las efectuadas por Sixta E. de Vélez, Constancia de Calle, Carmen de Regeira, Ortensia de Correas, Felicidad de Rodriguez, Ubaldina Galigniana, Clorinda de Cubillos, Delfina Barrionuevo, etc.
Larga fue la espera, e injusto es que una de las calles de la Villa 25 de Mayo no lleve el nombre de Amalia viuda de Martínez, que en aquel lejano 1823, realizó en la historia del sur argentino la primera adquisición de un lote, actitud seguida por otras mujeres, siete décadas después, cuando la paulatina desaparición india posibilitó la fundación de la Sociedad Damas de Beneficencia que integraban, entre otras, Paula F. de Simonovich, Carmen H. de Piola. Margarita V. de Herrero. Francisca G. de Godoy, Gabriela R. de Cornú, y estimuló el arribo de las primeras maestras: Ernestina Funes de Sanz y Ernestina M. de Moyano.
Todo lo en síntesis referido fue desapareciendo con el traslado de la cabecera departamental y la llegada del tren en 1903.
* Publicado en el suplemento “Historias, Personajes y Leyendas de San Rafael”, de SEMANARIO DEPARTAMENTAL.

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